jueves, 11 de febrero de 2016

Y de eso me quedan los días













A Luisito y tantos otros 
que andan por 
allí regando risas.

Hay mediodías que se parecen tanto a una tarde de esas donde se recitan versos al calor
de los aplausos y a escondidas de las virtudes de la metáfora
y hay tardes tan abyectas con el verbo
que este tiene que abrirse pasos adentellados sin temor al pecado de creer
Quién les dio el derecho a los que vienen a desahuciar la vida
quién les dio tal autoridad sobre la esperanza
Vaya ingenuidad al pensar que un puñado de glóbulos blancos
rojos y leucocitos altaneros al calor de los antígenos
dicen más que el deseo de vivir
Ni siquiera la muerte con su disfraz de miedo puede detener la risa del que está
decidido a andar de flauta y colibrí
de canto y cristofué
de vida y amor
Hay quienes andan con tanto que tener
y hay los que andan con tanto que dar
y los de tanto tener son insaciables
y los de tanto que dar son incansables
y yo que hace rato ni un suspiro se me es permitido
me sumo al grito de la guitarra por si acaso falta algo por dar
Los duendes han escondidos los récipes y las inyectadoras
y yo que he bailado en el bosque a la luz de la luna
tampoco temo pecar por creer
Sin Dios fuera un niño no harían falta tantos muertos
ni siquiera uno
ni siquiera un llanto
pero hay niños que sin ser dioses dicen más que mil plegarias
Y a veces sueño con ser una médula danzante
un corazón payaso
un pulmón izquierdo
un sueño reparador de historias
Y de eso me quedan los días
para intentar ser sueño
para intentar ser bueno
para plantar un bandera contra el desahuciar de vidas
para recoger las lágrimas al despertar y regar un jardín con poesía
No me hablen más de muerto
que es vida lo que siento
que es vida lo que tengo
que es vida lo que entrego.